Acabo de leer una nota publicada en el sitio de internet de un medio en el norte de México. Una de esas pocas noticias donde triunfa el bien, aunque sea un resultado parcial: un escolta responde a un asalto a un autobús y hace huir a tres maleantes. Esa es la buena. La mala es que el sitio publica la foto (sin pixelar o enmascarar de manera alguna), nombre, santo y seña del escolta. Solo les faltó decir qué sitios frecuenta y a qué hora.
La reacción de los lectores no se ha hecho esperar. En sus comentarios al pie de la nota han hecho todo tipo de críticas al sitio y los han colmado de insultos, en defensa del escolta, a quien consideran un héroe, ahora expuesto sin razón por el medio.
Esta nota convierte a los periodistas en informantes involuntarios de los criminales. (A menos que no lo sean, involuntarios, quiero decir). Y ocurre una y otra vez, y no solo en este medio. Los periodistas claman por protección en América Latina y por ejercer el libre derecho a informar, y es necesario, por supuesto, pero es igual de importante mantener un mínimo de responsabilidad social.
Quienes ejercen el periodismo en cualquiera de sus formas tienen derechos, pero también deberes. Los medios de comunicación se entienden como un servicio a la
sociedad, que cumplen un papel destacado en la formación de la opinión
pública dentro de las sociedades democráticas, lo que implica adquirir
un compromiso ético con los intereses comunes del público. El tradicional planteamiento de la libertad de los medios, referente
al ejercicio de sus derechos de expresión y de información, se
complementa en la actualidad con el reconocimiento del principio de
responsabilidad social aplicado a su labor. El crecimiento de la
influencia y el poder de los medios obliga a adoptar criterios para
un uso responsable de los mismos.
Existe algo llamado deontología profesional periodística que se reconoce como el conjunto de principios éticos asumidos voluntariamente por
quienes profesan el periodismo por razones de integridad, de
profesionalismo y de responsabilidad social. Esta última se deriva del
daño que para el conjunto de la sociedad puede tener la conducta
inapropiada del periodista. Para hacer efectivo ese uso responsable y cuidadoso de los medios se
necesita establecer criterios que regulen su actividad.
Desafortunadamente, hay muchísimos periodistas que no podrían dar una definición del término deontología, pero tampoco de RESPONSABILIDAD SOCIAL.
Y hay muchos medios a los que no parece importarle mucho la irresponsabilidad de sus periodistas, siempre que la noticia venda y arme suficiente revuelo. Y no digo que sea el caso de este medio, pudo haber sido un error (y me consta que están haciendo un esfuerzo importante por elevar el nivel de sus periodistas). Solo nos queda esperar que estén entre quienes aprenden de sus errores y decidan tener en cuenta cuando menos la opinión generalizada del público para quienes trabajan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario