E de Editor
No hace mucho descubrí el sitio Periodismo Narrativo en Latinoamérica. Quiero creer que se trata de un esfuerzo por reunir lo mejor o lo más representativo del reportaje en nuestros países. Hay ahí muy buenos textos. Pero también algunos que ya he empezado a usar en mis talleres para ilustrar lo que NO debe hacerse en un reportaje y, sobre todo, para mostrar lo que sucede cuando el editor no hace su tarea.
Una guía básica para mejorar tus reportajes
"¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen Señor!". Cantar del Mio Cid
"¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen Señor!". Cantar del Mio Cid
No hace mucho descubrí el sitio Periodismo Narrativo en Latinoamérica. Quiero creer que se trata de un esfuerzo por reunir lo mejor o lo más representativo del reportaje en nuestros países. Hay ahí muy buenos textos. Pero también algunos que ya he empezado a usar en mis talleres para ilustrar lo que NO debe hacerse en un reportaje y, sobre todo, para mostrar lo que sucede cuando el editor no hace su tarea.
Por lo visto ahí, el reportaje
en América Latina padece de incontinencia verbal, y la causa, a mi juicio, habría
que buscarla en la carencia de buenos editores y el empirismo de la profesión
de editor en nuestro ámbito. Tenemos excelentes reporteros, gente que se juega el nombre y hasta la vida por escribir un buen reportaje, pero pocos editores que tomen las
riendas, los entrenen y los acompañen durante todo el camino.
El mal tiene cura y hay que buscarla en los
curadores. Detrás de todo buen reportero hay siempre un buen editor. Pero su trabajo, desafortunadamente, se
nota por omisión: cuanto mejor es, menos se ve. Si el editor ha hecho una buena labor, el texto fluye de principio a fin sin
tropiezos y, sobre todo, sin permitir al lector hacerlo a un lado.
¿Cómo hacer para formar más y
mejores editores de periódicos y revistas en América Latina? Los talleres de
capacitación contribuyen a elevar el nivel de los que ya están, pero podría
trabajarse mejor en la base, en un proyecto continuo de formación de editores, porque el proceso formativo
de un editor de manera empírica resulta muy lento y pone en riesgo la calidad
de cualquier publicación periódica.
Le adjudican a Horacio Quiroga
aquello de que un cuento es una flecha disparada hacia un blanco. El
reportaje
y el artículo de fondo no son diferentes: un
buen
reportero es como un corredor de velocidad y escribir hoy es en muchos sentidos una carrera contra el tiempo, pero sobre
todo del escritor consigo mismo; y el editor sería el entrenador, el
coach que guía a su competidor, lo prepara para la carrera y
entrena con él para alcanzar juntos el mejor
resultado.
Los consejos que anoto a continuación son una guía básica para que los editores sean mejores entrenadores y los escritores sepan que debería exigirle su editor.
Los consejos que anoto a continuación son una guía básica para que los editores sean mejores entrenadores y los escritores sepan que debería exigirle su editor.
1. Sé contundente en el arranque. Una
oración declarativa simple que meta al lector en la historia al instante es
la fórmula probada. Lo contrario, las composiciones laberínticas al inicio, sin una promesa clara, son la mejor invitación para que pase de largo. La primera oración y las dos o tres que siguen tienen que seducir al lector, forzarlo a leer, decirle "mira, esto es interesante", dar ese empuje necesario al arranque
para sacar una ventaja competitiva.
2.
Mantente en tu carril. Todo reportaje tiene un tema de fondo —el cual debería
poder resumirse en una línea— y cada palabra, oración y párrafo del
texto deben añadir información relacionada con ese tema en específico y no
desviarse. Incluso en un reportaje, narrativo o investigativo, y por muy largo que
sea, no es diferente. Parece fácil, pero el escritor siempre va a estar tentado
a salirse de su historia y escribir algo que le llamó la atención aunque no venga al caso. Hay
que mantenerlo enfocado, con la vista en la meta.
3.
El editor va a cuestionar todo el tiempo. Quizá no tenga ni siquiera tus
habilidades y él mismo no pueda narrar mejor que tú un hecho desde cero, pero conoce el método para añadirle centímetros a tu
zancada y fuerza a tus brazos. Sabe cómo sacarle el mejor provecho a tu vocación de contador de historias reales. Reconoce al vuelo las fallas en el texto. Te ayuda a encontrar un mejor ángulo o enfoque. Se saca de la manga el titular más atractivo. Pero si tienes un editor que no te exige, que no te
confronta y saca lo mejor de ti, entonces no vas a ser un mejor escritor ni vas
a escribir nunca un reportaje memorable.
4. No pones a tu corredor en la
pista sin una estrategia clara. O lo que es lo mismo:
no mandas al reportero al campo hasta tener un tema bien definido y un foco de la
historia que quieres contar y por qué. El reportero no sale a ver qué
encuentra: cuando va a reportear ya tiene una noción consumada de lo que busca y
dónde y cómo encontrarlo. La etapa de preparación de un reportaje y artículo de
fondo es muy importante. Lo que se sume en la pesquisa es ganancia, valor agregado.
5. Exige a tu reportero la verdad,
solo la verdad y nada más que la verdad. No es aceptable llenar espacios con
especulaciones, ni crear personajes como si de una novela se tratara, ni inventar
partes de la escena, ni falsear los hechos en lo más mínimo. Aunque use
recursos de la novela, el periodismo narrativo sigue siendo periodismo, no
literatura. El editor tiene que exigir detalles puntuales, datos precisos y,
en general, un reporteo acucioso, que otorgue veracidad y profundidad a la
historia. Y el reportero tiene la obligación de aportarlos.
6.
Keep it simple; ahorra energía. El consejo más repetido en la gran tradición del periodismo
anglosajón quizá sea ese: cuanto más sencilla, clara y directa es una frase,
mejor. Un párrafo limpio invita a leer el siguiente; por el contrario, una construcción
larga y confusa dispara las alarmas en el lector incluso si él mismo no se da cuenta de
ello. Esto es válido para cualquier forma de periodismo o género periodístico,
pero precisamente por su extensión, el reportaje o el artículo de fondo tienen
la obligación de cortar por lo sano y hacerle la vida fácil al lector.
7. Cierra fuerte. De nada vale haber
hecho la mejor carrera si no cruzas la meta a toda velocidad, con un empuje de
pecho para hacer el mejor tiempo posible. O te desvías. O tropiezas y te caes
al final. El cierre de la historia tiene que dejar al lector satisfecho y
seguro de que ahí termina la carrera y lo que queda son sus emociones, sus
comentarios, sus reflexiones, lo que está ya en su mente y en su corazón. La
huella y la señal de que no lo has defraudado.
Gracias por esos tips...
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