lunes, 10 de octubre de 2011

El trabajo del editor con el reportero


E de Editor
Una guía básica para mejorar tus reportajes 
"¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen Señor!". Cantar del Mio Cid

No hace mucho descubrí el sitio Periodismo Narrativo en Latinoamérica.  Quiero creer que se trata de un esfuerzo por reunir lo mejor o lo más representativo del reportaje en nuestros países. Hay ahí muy buenos textos. Pero también algunos que ya he empezado a usar en mis talleres para ilustrar lo que NO debe hacerse en un reportaje y, sobre todo, para mostrar lo que sucede cuando el editor no hace su tarea.  
Por lo visto ahí, el reportaje en América Latina padece de incontinencia verbal, y la causa, a mi juicio, habría que buscarla en la carencia de buenos editores y el empirismo de la profesión de editor en nuestro ámbito. Tenemos excelentes reporteros, gente que se juega el nombre y hasta la vida por escribir un buen reportaje, pero pocos editores que tomen las riendas, los entrenen y los acompañen durante todo el camino.
El mal tiene cura y hay que buscarla en los curadores. Detrás de todo buen reportero hay siempre un buen editor. Pero su trabajo, desafortunadamente, se nota por omisión: cuanto mejor es, menos se ve. Si el editor ha hecho una buena labor, el texto fluye de principio a fin sin tropiezos y, sobre todo, sin permitir al lector hacerlo a un lado.
¿Cómo hacer para formar más y mejores editores de periódicos y revistas en América Latina? Los talleres de capacitación contribuyen a elevar el nivel de los que ya están, pero podría trabajarse mejor en la base, en un proyecto continuo de formación de editores, porque el proceso formativo de un editor de manera empírica resulta muy lento y pone en riesgo la calidad de cualquier publicación periódica.
Le adjudican a Horacio Quiroga aquello de que un cuento es una flecha disparada hacia un blanco. El reportaje y el artículo de fondo no son diferentes: un buen reportero es como un corredor de velocidad y escribir hoy es en muchos sentidos una carrera contra el tiempo, pero sobre todo del escritor consigo mismo; y el editor sería el entrenador, el coach que guía a su competidor, lo prepara para la carrera y entrena con él para alcanzar juntos el mejor resultado.
Los consejos que anoto a continuación son una guía básica para que los editores sean mejores entrenadores y los escritores sepan que debería exigirle su editor. 

1. Sé contundente en el arranque. Una oración declarativa simple que meta al lector en la historia al instante es la fórmula probada. Lo contrario, las composiciones laberínticas al inicio, sin una promesa clara, son la mejor invitación para que pase de largo. La primera oración y las dos o tres que siguen tienen que seducir al lector, forzarlo a leer, decirle "mira, esto es interesante", dar ese empuje necesario al arranque para sacar una ventaja competitiva.
  
2. Mantente en tu carril. Todo reportaje tiene un tema de fondo —el cual debería poder resumirse en una línea— y cada palabra, oración y párrafo del texto deben añadir información relacionada con ese tema en específico y no desviarse. Incluso en un reportaje, narrativo o investigativo, y por muy largo que sea, no es diferente. Parece fácil, pero el escritor siempre va a estar tentado a salirse de su historia y escribir algo que le llamó la atención aunque no venga al caso. Hay que mantenerlo enfocado, con la vista en la meta.

3. El editor va a cuestionar todo el tiempo. Quizá no tenga ni siquiera tus habilidades y él mismo no pueda narrar mejor que tú un hecho desde cero, pero conoce el método para añadirle centímetros a tu zancada y fuerza a tus brazos. Sabe cómo sacarle el mejor provecho a tu vocación de contador de historias reales. Reconoce al vuelo las fallas en el texto. Te ayuda a encontrar un mejor ángulo o enfoque. Se saca de la manga el titular más atractivo.  Pero si tienes un editor que no te exige, que no te confronta y saca lo mejor de ti, entonces no vas a ser un mejor escritor ni vas a escribir nunca un reportaje memorable.
4. No pones a tu corredor en la pista sin una estrategia clara. O lo que es lo mismo: no mandas al reportero al campo hasta tener un tema bien definido y un foco de la historia que quieres contar y por qué. El reportero no sale a ver qué encuentra: cuando va a reportear ya tiene una noción consumada de lo que busca y dónde y cómo encontrarlo. La etapa de preparación de un reportaje y artículo de fondo es muy importante. Lo que se sume en la pesquisa es ganancia, valor agregado.
5. Exige a tu reportero la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. No es aceptable llenar espacios con especulaciones, ni crear personajes como si de una novela se tratara, ni inventar partes de la escena, ni falsear los hechos en lo más mínimo. Aunque use recursos de la novela, el periodismo narrativo sigue siendo periodismo, no literatura. El editor tiene que exigir detalles puntuales, datos precisos y, en general, un reporteo acucioso, que otorgue veracidad y profundidad a la historia. Y el reportero tiene la obligación de aportarlos.
6. Keep it simple; ahorra energía. El consejo más repetido en la gran tradición del periodismo anglosajón quizá sea ese: cuanto más sencilla, clara y directa es una frase, mejor. Un párrafo limpio invita a leer el siguiente; por el contrario, una construcción larga y confusa dispara las alarmas en el lector incluso si él mismo no se da cuenta de ello. Esto es válido para cualquier forma de periodismo o género periodístico, pero precisamente por su extensión, el reportaje o el artículo de fondo tienen la obligación de cortar por lo sano y hacerle la vida fácil al lector.  
7. Cierra fuerte. De nada vale haber hecho la mejor carrera si no cruzas la meta a toda velocidad, con un empuje de pecho para hacer el mejor tiempo posible. O te desvías. O tropiezas y te caes al final. El cierre de la historia tiene que dejar al lector satisfecho y seguro de que ahí termina la carrera y lo que queda son sus emociones, sus comentarios, sus reflexiones, lo que está ya en su mente y en su corazón. La huella y la señal de que no lo has defraudado.

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